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martes, 3 de enero de 2017

La Devotio Moderna nominalista, voluntarista y su origen gnóstico.

LA DEVOTIO MODERNA NOMINALISTA VOLUNTARISTA Y SU ORIGEN GNÓSTICO.

Es de suma importancia ver la relación entre la llamada Devotio Moderna, cuyo máximo exponente místico espiritual fue Tomás de Kempis (1380-1471), y la mística alemana (renana), cuyo maestro (y de ahí el nombre) es el dominico Eckhart (1260-1328), comúnmente conocido como el Maestro Eckhart. Dicho autor es un gran místico, pero lamentablemente su pensamiento es gnóstico cabalístico, a tal pun to que se lo puede considerar filosóficamente como el gran metafísico de la Gnosis.

La Devotio Moderna es una corriente espiritual de la baja Edad Media, nacida en los Países Bajos (Holanda), a finales del siglo XIV. Los orígenes vienen con la obra de Gerardo Groote (1340-1384) , quien fundó una organización femenina llamada Hermanas de la Vida Común; un seguidor y colaborador, Florencio Radewijns (1350-1400), que se hizo sacerdote a instancias del mismo Groote y continúa la obra de su maestro fundando una congregación masculina con el  nombre de Hermanos de la Vida Común, en 1378 inaugura en Windeshein en Alemania, un monasterio formado por clérigos y laicos, dando nacimiento a la comunidad de canónicos regulares de San Agustín. La espiritualidad es voluntarista, antiespeculativa, nominalista y moralista.

Nadie puede desconocer que el fundador de la Devotio Moderna, Gerardo Groote tuvo la influencia del Maestro Eckhart; tampoco se puede además ignorar que el protestantismo tuvo su caldo de cultivo en la Devotio Moderna, pues personajes como Erasmo de Róterdam (1466-1536), Juan Calvino y Gabriel Biel (1410-1495), fueron influidos por este movimiento, y este último llegó a ser director de una de los centros de estudio de esta congregación y que tuvo gran influencia en Lutero.
Tampoco se puede ignorar que la Devotio Moderna, está íntimamente ligada al voluntarismo teológico de Duns Scoto (1265-1306) e incluso al nominalismo de Guillermo de Ockham (1295-1350).

El daño que el nominalismo, surgido de la vieja disputa escolástica de los universales haciendo de las esencias puros nombres (de ahí el nombre de nominalismo),  causó a la teología y al pensamiento filosófico que aún hoy sufrimos, no se puede ignorar.

El mismo concepto de Devotio Moderna, está señalando la impronta de Ockham, que se contraponía a la Escolástica de la escuela antigua. Ockham, como es sabido, es la figura del nominalismo que se remonta a Roselino (1050-1121) y a Abelardo (1079-1142); y para que nos demos una idea de su funesto voluntarismo nominalista, basta recordar lo que decía “si Dios mandaba a adorar a una burra, ese acto sería bueno”, ya que todo el orden moral en su acendrado voluntarismo, dependía de la libérrima voluntad de Dios  y lo que Dios decretara, voluntaria y libremente, es lo bueno, y lo contrario es  lo  malo, es decir, que el bien y el mal dependen no de la sabiduría, sino de la voluntad de Dios.

“Lo que Dios quiere es necesariamente justo y bueno, precisamente porque  lo quiere, de esta voluntad procede la ley y todo valor o calificación moral. (…) Dios puede cambiar el primer mandamiento y, por ejemplo, llevando las cosas al extremo, ordenarle a un hombre a odiarlo, de suerte que tal acto vendría a ser bueno. (…) Igualmente el odio al prójimo, el robo, el adulterio serían meritorios si Dios lo manda”.  (P. Servais Pinckaers O. P. , ed. du Cerf, Paris 1993. p. 256).
Habrase visto mayor estupidez y aberración conceptual- mental a la cual se pueda llegar, y todo gracias al voluntarismo nominalista de un hijo de Albión, de un anglosajón en  todo su esplendor.
Este voluntarismo atroz ya había sido refutado antecedentemente por Santo Tomás de Aquino, cuando tildaba de blasfemo el considerar que Dios al crear las cosas por un acto voluntario, no lo hacía considerando su inteligencia y sabiduría. Y así dice: “Dios obra voluntariamente por ordenación de su sabiduría”. (I-II, q. 79-3).

Y más aún, además de erróneo, es blasfemo: “Decir entonces que la justicia depende de la simple voluntad, es decir que la divina voluntad no procede según el orden de la sabiduría, lo cual es blasfemo”. (De Ver. q.23, a.6). Con esto tenemos la condenación del voluntarismo teológico, por Santo Tomás de Aquino.

El Padre Cornelio Fabro, del cual el Padre Meinvielle dijera: “¿Es posible, que después de siete siglos de tomismo, tan sólo el P. Fabro haya vuelto a entender el acto de ser? ¿Es posible…?”. (Elvio Fontana, In Memoriam Cornelio Fabro, ed. Verbo Encarnado San Rafael -Mendoza, Argentina- 1995, p.31); pues lamentablemente la escuela tomista, a partir de Cayetano y Bañez, fue más cayetanista y bañeciana, que tomista. El P. Fabro después de referirse al nominalismo protestante de inspiración agustiniana y tras catalogar al nominalismo como la tragedia espiritual más grande en que ha caído la razón humana y de fideísmo absoluto, que desvirtúa la fe verdadera, pretendiendo que el que cree no entiende nada, no razona, lo cual corresponde a una óptica nominalista de la cual nació el protestantismo,  advirtiendo, a pesar suyo, sobre el nominalismo del autor de la Imitación de Jesucristo, Tomás de Kempis, pero dando una gran luz para ponernos en guardia: “El autor de la Imitación de Cristo -un autor desconocido sin duda muy profundo-pero nominalista: ‘¿Qué es lo que me importa a mi saber de la Trinidad? A mí me basta rezar a la Trinidad, qué  me importa de hecho discutir sobre las personas de la Santísima Trinidad, cuando no tengo la rectitud mediante la cual agrado a la Trinidad?”. (La Crisi della Ragione nel Penseiro Moderno, Cornelio Fabro, ed. Forum, Udine, Italia 2007, p.43). Aquí vemos como el P. Fabro señala el nominalismo del famoso Kempis.
El P. Servais Pinckaers, O.P. muestra cómo el nominalismo afectó la teología moral diciendo: “Con el nominalismo, una fosa profunda se cavó entre los moralistas modernos y la tradición patrística”. (Ibídem, p.262), y además dice: “Dios es para Ockham la realización absoluta de la libertad, gracias a su omnipotencia. Dios no está luego sometido a ninguna ley, incluso moral; su voluntad libre es la única causa y origen de la moral”. (Ibídem, p.261). Y muestra la gran influencia que tuvo: “Las doctrinas de Ockham conocieron una muy larga difusión y dieron nacimiento al nominalismo que influenciará profundamente el pensamiento occidental en este tiempo final del medioevo”. (Ibídem, p.251).

El mismo autor al referirse al Kempis manifiesta: “También los espirituales, como por ejemplo Tomas de Kempis en la Imitación de Jesucristo, pondrán con frecuencia a sus lectores en guardia contra la vanidad de las especulaciones teológicas”. (Ibídem, p.265).

Conviene también decirlo y recordarlo, que toda la filosofía moderna tiene una gran impronta nominalista, además de  gnóstico- cabalística. El Maestro Eckhart, no hay que olvidarlo, fue condenado poco después de morir, por sus proposiciones heréticas y aun así goza de gran fama como autor espiritual y místico, siendo él, junto con sus dos discípulos Susón y Taulero, el triduo de la mística alemano-renana y al cual habría que asociar a Ruysbroeck (Rusbroquio 1293-1381) considerado por Groote y Tomás de Kempis como su maestro, y sobre el cual influye el Maestro Eckhart.

En su libro De la Cábala al Progresismo, el P. Meinvielle dice: “Abellio en La Structure Absolue nos dice repitiendo la tesis de la Cábala, que ‘el problema de lo Indeterminado, llamado Supremo Brahma por los hindúes, Tem (el que no existe en forma) por los egipcios, Ain-Sof por los judíos, deidad de Dios por el Maestro Eckhart y Undgrund por Jacobo Boehme, se confunde con el de la infinidad de los posibles, y la suprema contingencia aparece allí como resultado de una determinación absoluta… La deidad nos aparece como la equivalencia de un lleno absoluto y de un vacío absoluto’. Por aquí aparece que las gnosis, tanto antiguas como modernas, son una mezcla de los misterios de todas las religiones y tradiciones con un barniz de elementos también cristianos, todas tienen una misma y única estructura, calcada sobre el hinduismo, parsismo, religiones caldeas y egipcias, hermetismo, e infaltablemente, el molde fundamental de la gnosis cabalista”. (De la Cábala al Progresismo, ed. Calchaquí, Salta 1970, p.294).

El Padre Fabro, sin entrar en la cuestión de la gnosis ni de la cábala, refuta al Maestro Eckhart, por su concepción filosófica y metafísica y que por ende contamina su teología: “La tesis correspondiente de Eckhart es dada por la doctrina aviceniana bien conocida: ‘ab uno non procedit nisi uno’. De Dios, intelligere puro, todo lo múltiple creado procede necesariamente y de manera unitaria. Eckhart es consciente de que se aleja de Santo Tomás, y lo dice: ‘Primo, dato quod Deus agat necessitate naturae tunc dico: Deus agit et producit res per naturam suam, scilicet Dei. Sed natura Dei est intellectus, et sibi esse est intelligere, igitur producet res  in esse per intellectum’. Como Hegel, Eckhart ignora en Dios el momento de la libertad de elección con respecto a lo finito”. (Participación y Causalidad según Santo Tomás de Aquino, ed. Eunsa, Pamplona 2009, p.522). (Primeramente, dado que Dios obra necesariamente por su naturaleza, digo entonces: Dios obra y produce las cosas por su naturaleza, a saber, la de Dios. Pero la naturaleza de Dios es intelectual, y su ser es inteligir, por consiguiente, produce las cosas en el ser por el intelecto). Por esto Dios crea por su naturaleza intelectual tan necesariamente como piensa. Por lo cual Dios crea necesariamente (y no libremente), pues lo hace tan necesariamente como piensa, dada su naturaleza intelectual.

Y más adelante expresa: “… para Eckhart (y para Avicena), el esse es el flujo de Dios y no entra en composición con la esencia según la manera del acto y la potencia”. (Ibídem, p. 523).
El esse que constituye y hace ser al hombre es un flujo divino, es lo que hay de la divinidad en el hombre, la chispa divina como profesa la cábala y la gnosis.

Puesto que: “El esse en la criatura es alio con respecto a la esencia, pero no con respecto al esse divino, y la esencia es nihil con respecto al esse”. (Ibídem, p.524).
Se tiene así que: “En la concepción de Eckhart (Avicena), el esse es la formalidad suprema, poseída totalmente por Dios, y que abarca las cosas como un flujo, una luz, el éter. (…) Así, el esse, que es Dios, es completamente igual en todas las cosas. (…) Es evidente que esta concepción no tiene nada en común con la distinción tomista de esse y esencia ni con la doctrina de causalidad que sigue de ella”. (Ibídem, p.524, 525).

Según lo expuesto por el P. Fabro, para Eckhart el ser (esse) es un flujo divino en el hombre, es lo que el hombre tiene de divino y esto es lo mismo, que por otra parte, enseña la gnosis y la cábala; luego metafísicamente hablando no se puede dar un mayor soporte filosófico a la gnosis cabalista que hace del hombre un ser divino, y es justamente esto lo que caracteriza a la gnosis cabalista, como lo hace ver muy bien el Padre Julio Meinvielle. Por esto mismo Jean Borella que es quizás el gnóstico más grande de todos los tiempos, superando incluso a René Guenón que terminó sufita, es decir gnosis musulmana, mientras que él permanece aparentemente católico, trinitario, pues compagina la patrística y el misterio de la Santísima Trinidad con la Gnosis; tiene una gran admiración por el Maestro Eckhart.

El hecho de relacionar el nominalismo con el Kempis, como hace el Padre Fabro, es de gran importancia para comprender la influencia del nominalismo en la espiritualidad de la Devotio Moderna, de la cual el Kempis es el máximo exponente o su quintaesencia.
Otro gran gnóstico y considerado padre de la Filosofía Alemana es Nicolás de Cusa (1401-1464) que llegó a ser Cardenal, fue un gran gnóstico cabalista y uno de los discípulos de la Devotio Moderna educado por los Hermanos de la Vida Común.

El P. Julio Meinvielle dice de él: “Nicolás de Cusa recibió la influencia de la cábala, al menos indirecta, en varias corrientes”. (De la Cábala al Progresismo, p. 230). Y prosigue diciendo: “Para Nicolás de Cusa, en la esencia divina coinciden, se confunden, armonizan e identifican todos los contrarios: el todo y la nada, el ser y el no ser, el existir y el no existir, lo creado y por crear. (…) No sin razón el teólogo Juan Wenck, aristotélico de Heidelberg, reprochó a Cusa esta y otras frases de sabor panteístas parecidas a algunas que se hayan en Eckhart”. (Ibídem, p.231).
Por esto el P. Fabro afirma: “Eckhart nos conduce directamente hasta Nicolás de Cusa”. (Ibídem, p.507).

Luego, si Nicolás de Cusa es considerado el padre de la filosofía alemana, la cual culmina en Hegel como fruto, el Maestro Eckhart vendría a ser el abuelo.
Otro personaje de la Devotio Moderna, el sacerdote Gabriel Biel, que llegó a ser de los Hermanos de la Vida Común y forma parte de ellos, llegando a ser uno de sus superiores; fue además discípulo de Guillermo de Ockham y seguidor de Duns Scoto, teniendo gran influencia sobre Lutero, aprendiendo los textos casi de memoria.

El famoso humanista Erasmo de Rótterdam y que podríamos considerar precursor de Lutero, fue alumno en Deventer, de los Hermanos de Vida la Común y entra a los dieciocho años en el monasterio de Emaús de Steyn (cerca de Gouda) de los canónicos regulares de San Agustín, que participaban igualmente de la espiritualidad de la Devotio Moderna; los escritos de Erasmo ayudaron tal como Lutero lo pregonaba a los cuatro vientos.

En medio de todo este ambiente nominalista, voluntarista y gnóstico, surge la figura del Kempis con su Imitación de Jesucristo que tras un fondo espiritual y piadoso responde a estos lineamientos, dada la impronta tan marcada que tiene sobre la Devotio Moderna y el Kempis, del voluntarismo nominalista y la mística gnóstica del Maestro Eckhart.

El nominalismo de Guillermo de Ockham, penetra en la Devotio Moderna de manera innegable y reconocible, como podemos ver aquí: “La Devotio moderna. Sobre este fondo, con más sombras que luces de la vida consagrada durante los siglos XIV y XV, destaca un movimiento singular que iba a tener notable influencia: el movimiento de la Devotio moderna. Este es el nombre que se utiliza para designar el movimiento espiritual que partió a fines del siglo XIV de los países bajos (Holanda) y, en el curso del siglo XV, se propagó por toda Europa, señaladamente en Alemania. Moderna es esta piedad en la importancia que da a la experiencia, en la activación de las fuerzas afectivas y en la formación del propio dominio. Esta piedad prefiere ‘sentir la compunción, que no saber su definición’ (Im. Chr. I, 1, 9) Por este rasgo empírico sitúa la Devotio moderna en la línea de la vía moderna del nominalismo de la escolástica tardía…”. (Alfredo López Amat, S.J. El Seguimiento Radical de Cristo,  Vol. I, ed. Encuentro, Madrid 1987,  p.261).

Ya decía el P. Pinckaers en su obra que hemos citado y que fue galardonada con el Premio del Principe de Liechthenstein en 1985 atribuido por la Universidad de Friburgo: “El pensamiento de Ockham difundido por el nominalismo constituye una etapa de importancia capital en la historia de la teología moral. (…) La moral de Ockham es la primera moral de obligación, decimos nosotros. Hasta entonces, tanto de parte de los filósofos como de los Padres y de los teólogos, la cuestión moral era aquella de la felicidad, la búsqueda de la verdadera felicidad. (…) Con el nominalismo, un abismo profundo se cava entre los moralistas modernos y la tradición patrística. (…) Con el nominalismo asistimos a una verdadera revolución en el universo moral, en las estructuras mentales que sirven al pensamiento. (…) Se puede hacer comenzar el periodo moderno en teología moral con Ockham, a partir del siglo XIV. El nominalismo, como nosotros lo hemos visto, ha provocado una ruptura profunda con las ideas morales de la tradición anterior y ha puesto las bases de las concepciones y sistematizaciones de los siglos venideros, concentando la moral sobre la idea y el sentimiento de la obligación”. (Les Sources … , p. 260, 262, 263, 264).

La impronta gnóstica de la mística alemana del Maestro Eckhart, sobre la Devotio Moderna y su fundador Groote, es innegable, tal como lo podemos ver en los siguientes textos:  “Casi todas las obras que recorren la historia dela literatura  devocional de la Edad Moderna, comienzan su relato en un pequeño rincón de Europa, situado en las orillas del Bajo Rhin a finales de la Edad Media surgieron dos corrientes espirituales fundamentales de las que, con el correr del tiempo, nacerían las tendencias devocionales de mayor difusión durante los siglos XVI y XVII. Estas dos corrientes fueron: la conocida como tradición mística renano-flamenca y, por otro lado la Devotio moderna, que, hasta cierto punto, se derivó de la corriente anterior, aunque también estaba enraizada en las enseñanzas de los Hermanos de la vida común y los canónigos de Windesheim. Esta eclosión espiritual dejó como legado un gran número de obras, ninguna de ellas tan importante como la Imitación de Cristo, atribuida actualmente a Tomás de Kempis (1380-1471), si bien durante mucho tiempo se pensó que había sido escrita por Jean Gerson (1363-1429). El núcleo de dicha obra –que acabaría convirtiéndose en un clásico de la literatura devocional más editados y traducidos– está centrado en lograr el desarrollo de una vida interior para el espíritu y en fomentar el desapego hacia el mundo, un hondo conocimiento de los propios estados de conciencia y una inmersión completa del creyente en Jesucristo”. (La Traducción Cultural en la Europa Moderna, Peter Burke y R. Po-Chia Hsia, ediciones Akal, 2010, Madrid, p.101).

Y en la página siguiente veremos la impronta gnóstica del Maestro Eckhart y con él, de la mística renano-flamenca: “Las obras de los discípulos del Maestro Eckhart (1260-1327) -Johanes Tauler (1300-1361),  Heinrich Suso (1295-1366) y Jan van Ruysbroeck (1293-1381)- también gozaron de una presencia importante durante las primeras décadas de existencia de la imprenta; todas ellas compartían un mismo rango: la convicción de que en lo más hondo de cada persona residía la chispa divina, un pequeño espacio de unidad ontológica con Dios que solo podría ser reconocido y experimentado a través del alejamiento del mundo. Posteriormente, las enseñanzas de los tres discípulos del maestro Eckhart fueron popularizadas por Hendrik Herp o Harphius (m. 1477), un divulgador de gran talento cuyas obras alcanzaron enorme éxito al ser publicadas tanto en latín como en varias lenguas vernáculas europeas. Otra buena parte del mérdestilación y transmisión de dichas obras le corresponde a Denis Rijckel (1394-1471) –más conocido como Dionisio el Cartujo–, un autor de textos devocionales muy popular y prolífico, que llegó a contar no menos de siete tratados fundamentales en su haber. (…) En torno a la fecha de la muerte de Harphius y de Dionisio el Cartujo, los estudios bíblicos comenzaron a renacer, por lo que no resulta sorprendente que un estudiante perteneciente a los Hermanos de la vida común profundamente influido por la Devotio moderna, se convirtiese tiempo después, en el principal estudioso de la Biblia de su época: Erasmo de Rotterdam (1469-1536)”. (Ibídem, p.102). Con esto, ya se ve la conexión con Lutero, pues entre el uno y el otro no hay más que un paso.

Otro autor dice: “Las regiones renanas de Alemania occidental y de los países bajos, constituyen el foco principal de esta corriente de misticismo, cuya primera figura fue el maestro Eckhart (1260-1327). Fue un gran místico especulativo y formuló una doctrina oscura y profunda sobre las relaciones de Dios con el alma, en la que existen proposiciones de indudable sabor panteísta, una de las cuales fueron condenadas después de su muerte”. (José Orlandis, Historia de la Iglesia, ed. Palabra, Madrid 2012, p.312).

Y más adelante continúa exponiendo: “Por la misma época en que florecía la mística alemana, surgió en los países bajos otra corriente espiritual, fruto también de aquel clima propicio a una religiosidad más interior y personal, que fue típico del final de la Edad Media: la Devotio moderna. La mística y la Devotio tuvieron entre sí evidentes relaciones y puede considerarse a Ruysbroeck el Admirable (12936-1381), muy influido por el maestro Eckhart e inspirador a su vez de Gerardo Groote, como el eslabón intermedio entre la una y la otra”. (Ibídem, p.312).

Hay que recordar lo que dice otro autor sobre la influencia mística de Eckhart en la posterior Devotio Moderna: “A la espiritualidad del Maestro se le ha dado indistintamente los nombres de dominicana y alemana. Dominicana, porque dominico fue él, domínicos sus primeros y más influyentes discípulos, y dominicanas la filosofía, la teología y religiosidad institucional que contribuyeron a la inspiración y construcción del edificio doctrinal eckhartiano. Y alemana, porque en Alemania especialmente se propagó y desde Alemania pasó a otras naciones de Europa, señaladamente a los países bajos, donde fue incansablemente divulgada por el beato Juan Ruysbroeck, religioso agustino, a través del cual se trasvasaron a la Devotio moderna notables influencias eckhartianas. Aunque actualmente se dice y escribe con bastante frecuencia que la Devotio moderna nació del resultado de una actitud contestataria a la mística alemana, parece suficientemente probado que no fue así”. (Estampas de Místicos, Familia Dominícana, Vol III, ed. OPE, Caleruega, Burgos-España, 1986, p.71).

Con todo esto queda claro todo lo que afirmamos acerca de la influencia mística del Maestro Eckhart  que era gnóstico-cabalística y sobre la Devotio Moderna.


P. Basilio Méramo

Bogotá, 4 de Enero de 2017