SOBRE EL ALMA HUMANA SEPARADA, ES DECIR, DE LOS MUERTOS.
El alma humana separada,
es decir, el alma de los muertos, es persona aunque no lo sea completa y
perfectamente al estar separada de su cuerpo, aunque Santo Tomás de Aquino al
hablar del alma separada, niega que sean personas, pero esto hay que entenderlo
en el sentido completo y perfecto de persona; por eso el P. Castellani en su
traducción de la Suma Teológica a los cinco primeros tomos de la edición del
Club de Lectores hecha en Buenos Aires, en su comentario a la primera parte de
la Suma Teológica, cuestión 29, artículo 1, de la respuesta 5, Tomo II, página
40, dice: “Hasta el alma racional, a
pesar de su facultad de existir separada del cuerpo, no tiene subsistencia
completa, ni se puede llamar persona perfecta”. Con lo cual se evidencia
que se debe interpretar como persona no perfecta, o imperfecta, pero persona al
fin y al cabo; puesto que como el mismo Santo Tomás dice y prueba, el alma
humana por su misma espiritualidad e inteligibilidad es inmortal, por poseer el
esse ut actus essendi (el ser como acto de ser) y por eso aunque
separada del cuerpo, sigue pensando y conociendo, ya que la inteligencia es una
facultad espiritual, intelectual e inmaterial en sí misma. Por eso es el alma
espiritual la que conoce y piensa y no el cerebro, ni las neuronas ni ninguna
parte material del cuerpo humano, pues, como dice Santo Tomás: “impossibile est quod ejus operatio, quae
est intelligere, excerceatur per
aliquod órgano corporale”. (De Anima, q.un, a.14). (es imposible que su
operación, la cual es inteligir, sea ejercida por algún órgano corporal), aunque
el hombre en su conocer racional necesita del cuerpo como instrumento para
obtener a través de los sentidos, el fantasma o imagen y sintetizar por vía de
la abstracción el concepto o verbo mental por el cual intelige y comprende
captando las esencias de las cosas sensibles que componen la realidad que le
rodea, pero la actividad intelectual no depende en sí misma de la materia y por
eso es una prueba de la inmortalidad del alma, el hecho de que esta tenga o
posea la inteligencia; Cayetano, que pasa por ser uno de los mejores
comentaristas de Santo Tomás, pero que en realidad no lo fue, no entendía esto;
y por eso afirmaba que la inmortalidad del alma humana, no era demostrable
filosóficamente, sino que era una verdad revelada y sólo conocida por la fe.
La personalidad o sea lo que
constituye a la persona incluida la persona humana, es el esse
propio e incomunicable que hace subsistir a la naturaleza racional o
intelectual personificándola, ya sea que se trate de la naturaleza humana
(racional), la naturaleza angélica intelectual, incluso la misma naturaleza
divina de Dios y por eso la definición clásica que Santo Tomás toma de Boecio
definiendo a la persona como la sustancia
individual de naturaleza racional, pero poniendo el acento en la
subsistencia más que en la esencia, ya
que la persona es el subsistente racional o intelectual por poseer en
propiedad (per se et in
se, por sí y en sí) el esse de
modo exclusivo, individual e incomunicable;
con lo cual debe quedar claro que la persona es un concepto espiritual e
intelectual, es decir de subsistir intelectual, que no depende de la materia,
por eso los ángeles que no tienen materia pero son seres espirituales,
singulares e individuales, son persona y también en Dios que hay tres personas
divinas. Este aspecto sobre el esse propio que es lo que personifica y hace
subsistir es lo que desgraciada y muy lamentablemente, no ha captado la mal
llamada Escuela Tomista, que es más bien la escuela Cayetano-Bañeciana que no
ha percibido la trascendencia del esse tal
como fue visto por el P. Fabro y reconocido por el P. Meinvielle, como aquel
mismo relata de manera anecdótica, citado por Elvio Fontana: “Cerrando la conferencia que pronunciara en
la Pontificia Universidad ‘Angélico’, con ocasión del homenaje a sus ochenta
años, el P. Fabro comentó a modo anecdótico: ‘Me acuerdo de nuestro querido
amigo el P. Meinvielle; el P. Meinvielle decía: –¿Es posible, es posible que
después de siete siglos de tomismo tan sólo el P. Fabro haya vuelto a entender
el acto de ser? ¿Es posible…?’”. (Elvio Fontana, In Memoriam R. P. Cornelio
Fabro, ediciones del Verbo Encarnado, San Rafael, Mendoza, Argentina, 1995). Y
uno de los discípulos y amigos del P. Fabro, Andrea Dalledonne, a quien le
pregunté sobre la anécdota en cuestión, me respondió con estas palabras en
carta del 7 de octubre 1996: “…puedo
confirmarle que eso es verdad. Me lo narró en esos mismos términos el P. Fabro
en uno de sus últimos coloquios conmigo”.
El alma separada de los muertos, lo
que no tiene es la parte material de la esencia humana: el cuerpo, pero sí tiene
la parte formal que es el alma y por eso tiene lo formal aunque sin lo material
de la persona humana y así es una persona humana, pero incompleta e imperfecta,
pero es persona, puesto que no es un fantasma, es un ente personal que conoce y
es inmortal; luego el alma es inmortal porque tiene el esse propio subsistente; así Santo Tomás dice: “Si ergo sit aliqua forma quae sit habens esse, necesse est illam
formam incorruptibilem esse”. (De Anima, q. un., a.14). (Luego, si alguna forma tiene ser (esse),
necesariamente esa forma es incorruptible).
“Unde si id quod habet esse, sit ipsa forma, impossibile est
quod esse separetur ad eo”. (De Anima, q. un., a.14). (Por tanto, si lo que tiene ser
(esse) es la forma misma, es imposible que el ser (esse) se separe de él).
La personalidad no viene
ya así de la materia, sino de la subsistencia que da el esse propio que tiene el alma como forma subsistente por sí y en sí
mismo de modo inseparable. La materia no es intelectual, es la forma espiritual
la que piensa, no el cerebro, aunque se necesita de éste para conocer por los
sentidos. Pero la actividad intelectual no es material, sino que es
eminentemente espiritual y de ahí su espiritualidad e inmortalidad.
El alma separada conoce y
piensa aunque al no tener el cuerpo, no adquiera nuevos conocimientos
provenientes a través de los sentidos con los que capta la realidad sensible,
pues como dice Santo Tomás, el alma es la que conoce: “Intelligere est máxima et propria operatio animae”. (De Anima, q.
un., a.15, sed contra). (Entender es la propia y máxima operación del alma).
“Anima est talis forma, quae habet esse non dependens ab eo cujus est
forma”. (De Anima, q. un., a.14, ad 9).
(El alma es una forma de tal índole que tiene el ser (esse) sin depender de
aquello de lo cual es forma).
“Non est intelligere sine phantasmata, intelligitur quantum
ad statum praesentis vitae in quo hommo intelligit per animam; alius autem
modus erit intelligendi anima separata”. (De Anima, q.un, a.14, ad.14). (No hay
intelección sin imágenes, se entiende en cuanto al estado de la vida presente,
en que el hombre entiende a través del alma; pero la intelección del alma cuando
esté separada, será de otra manera).
“Potest ergo anima per species prius a quisitas intelligere”.
(De Anima,
q. un., a.15, sed contra 2). (Luego, el alma Puede entender mediante las
especies adquiridas antes).
“Quando ergo anima erit a corpore totaliter separata, plenios
percipere poterir influentiam a superioribus substantiis”. (De Anima, q. un., a.15). (Cuando
el alma esté totalmente separada del cuerpo, más plenamente podrá percibir el
influjo de las sustancias superiores).
Absurdo es que el alma
separada, siendo inmortal y conociendo, no sea persona (las acciones son del
supósito) aunque no lo sea completa y perfectamente sin el cuerpo, Cuando Santo
Tomás niega que el alma separada sea persona, se debe entender que no lo es de
modo pleno, completo y perfecto, y así hay que entenderlo que es persona de
manera incompleta e imperfecta, pues de no ser persona, ¿cómo va a purgar en el
purgatorio por los pecados y deudas cometidos por la persona en la tierra?
¿Cómo los santos en el cielo van a gozar de la virtud eterna sin gozar como
personas? ¿Cómo las almas de los condenados en el infierno van a sufrir el
justo castigo por los pecados que cometió la persona? Todos los absurdos saltan
a la vista y lleva a tener que afirmar que las almas de los muertos siguen siendo
personas aunque incompleta e imperfectamente; personas al fin y al cabo porque
con su propia subsistencia y conocimiento siguen siendo inmortalmente.
Toda la comunión de los
santos, sería un absurdo, pues no sería entre personas, la Iglesia militante, la
Iglesia triunfante y la Iglesia purgante no serían una comunión entre personas,
sino más bien entre fantasmas, al igual que todas las peticiones y oraciones
hechas a los santos, las misas y oraciones por los difuntos no serían
interrelaciones personales, luego el mismo proceder de la Iglesia conlleva y
exige a considerarlas como seres personales y no como otra cosa.
Por esto Louis de
Raeymaker bien decía: “Es preciso
concluir de aquí que el hombre conserva su personalidad después de la muerte
corporal, puesto que continúa subsistiendo en su alma, por lo demás, sigue
viviendo y por tanto, ejercitando una actividad inmanente: actiones sunt
suppositorum (…) El hombre sobrevive a la muerte corporal: en su alma, su vida
prosigue eternamente. En este estado de alma separada continúa ‘subsistiendo’;
no cesa de ser un ‘supuesto’, un ser subsistente; es decir, existe gracias a su
esse proprium”. (Filosofía del Ser, ed. Gredos, Madrid 1968, p. 273-274,
nota 26).
Debemos tener presente que
el alma separada (aun siendo una persona imperfecta e incompleta) conoce más
perfectamente la realidad espiritual angélica, que cuando está en esta vida
unida al cuerpo y es persona perfecta en su completa naturaleza, pues así dice
Santo Tomás: “Quod anima unita corpori
est quodammodo perfectio quam separata, scilicet quantum ad naturam speciei;
sed quantum ad actum intelligibilem habet aliquam perfectionem a corpore
separata quam habere non potest dum est corpori unita”. (De Anima, q. un.,
a.17, ad 1.). (El alma unida al cuerpo es en cierto modo más perfecta que separada;
es decir, en cuanto a la naturaleza específica; pero en cuanto al acto
inteligible, tiene una mayor perfección estando separada del cuerpo que no
puede tener estando unida al cuerpo), puesto que el intelecto no es acto de
algún órgano corporal: “Intelectus enim
non est actus alicujus organi corporalis” (De Anima, q. un., a.17, ad 1).
Y tanto es así, que Santo
Tomás afirma que la perfección última del conocimiento natural del alma humana,
consiste en inteligir las sustancias separadas: “Quod ultima perfectio cognitionis naturalis animae, haec est ut
intelligat substantias separatas”. (De Anima, q.1, a.17, ad.3).
P.
Basilio Méramo
Bogotá,
17 de Agosto de 2019